Para que la piel luzca joven y saludable, se deben controlar tres factores: enrojecimiento en forma de rosácea o pseudo-rosácea, manchas causadas por el sol y factores estresantes ambientales, así como arrugas y pérdida de tono causada por una fibra elástica débil, colágeno y una estructura de ácido hialurónico que está retrocediendo.
¿Cómo se pueden tratar todos estos problemas para recrear un equilibrio juvenil? La respuesta: usar dispositivos láser. Aclaremos algunos puntos. Existen varios tipos de láser y cada tipo se utiliza para fines muy específicos. En primer lugar, un láser es un dispositivo que produce una fuente de energía luminosa.
Esta luz es absorbida inmediatamente por una estructura específica cuando el haz entra en contacto con la superficie de la piel. Por ejemplo, el rayo láser de CO2 es absorbido por las moléculas de agua de la misma manera que el rayo láser de diodo es absorbido por los pigmentos. Las moléculas se destruyen al entrar en contacto con el haz. Otro ejemplo es el láser Nd:YAG; su rayo apunta a los vasos sanguíneos.
Hay que responder a una pregunta importante. ¿Es peligroso el láser? La respuesta es simple: El tratamiento con láser es un procedimiento muy seguro (por ejemplo, no causa cáncer). El rayo láser hace su trabajo en la superficie. Una vez en contacto con la piel, el haz se absorbe y deja de tener efecto inmediatamente.
El más antiguo de todos los láseres utilizados para tratar las arrugas es el láser de CO2. Sigue siendo la referencia para el rejuvenecimiento facial. El láser de CO2 puede eliminar de 10 a 15 años de envejecimiento y, por lo tanto, sigue siendo una opción interesante para una clientela selectiva y motivada.
Ningún láser u otro dispositivo producirá resultados tan intensos. El haz es absorbido por la piel y pulveriza los componentes mientras genera una cantidad controlada de calor. Este efecto llevará a la regeneración de las capas externas de la piel, mientras que la eliminación de arrugas y manchas que también desencadenará los fibroblastos para producir nuevo colágeno. La piel recupera así el tono perdido.
Sin embargo, una intervención tan exitosa en un centro de estética requiere un período mínimo de convalecencia de 7 días. La clave del éxito es el seguimiento y la atención postoperatoria. Los pacientes que cooperan minimizan completamente sus efectos secundarios y son capaces de reanudar sus actividades regulares dentro de un marco de tiempo razonable.